La cocina abierta al salón no es una moda pasajera: es la respuesta a una forma de vivir más social, funcional y flexible.
En 2025 la tendencia sigue creciendo porque estos espacios conectan lo práctico con lo emocional, favoreciendo las reuniones espontáneas y multiplicando la luz natural. La cocina deja de ser solo un lugar para cocinar y se convierte en el auténtico corazón de la casa.
Derribar los tabiques entre cocina y salón no solo transforma el espacio físico, sino también la manera en la que vivimos el hogar. La sensación de amplitud visual es inmediata: al abrir las estancias, la luz natural fluye y la vivienda parece ganar metros.
Los beneficios no se quedan en lo estético. Esta integración favorece una vida social más cercana, donde cocinar no implica aislarse del resto, permitiendo conversar con la familia o los invitados mientras se preparan los platos. La cocina se convierte en una zona versátil: trabajar, ayudar con los deberes o improvisar un brunch se vuelve parte del día a día, todo ocurriendo en un mismo lugar.
A la hora de diseñar estos espacios abiertos, la distribución es clave para mantener la funcionalidad sin sacrificar estética. Una isla central puede ser una zona de encuentro y de preparación, ideal para compartir mientras se cocina. Las penínsulas permiten delimitar las zonas sin perder superficie útil, y las barras altas, cada vez más presentes, ofrecen un rincón perfecto para un café rápido o las comidas del día a día.
La organización interna también cuenta, respetar el conocido triángulo de trabajo (colocando placa, fregadero y frigorífico a distancias cómodas) hace que cocinar sea fluido y natural.
Cuando cocina y salón comparten protagonismo, mantener una coherencia estética es fundamental. Una paleta cromática continua, basada en tonos suaves como el beige, el visón o los tonos tierra, ayuda a crear una atmósfera tranquila que suaviza la transición entre estancias.
Repetir materiales también es una estrategia eficaz: revestir los muebles de la isla con la misma madera del mobiliario del salón o prolongar el mismo pavimento en ambas zonas unifica visualmente el espacio.
Integrar cocina y salón es mucho más que una decisión estética: es una apuesta por un estilo de vida donde el hogar fluye con naturalidad, la convivencia se enriquece y cada rincón se aprovecha al máximo. Abrir estos espacios permite vivir con más luz, más conexión y más libertad. Pero lograrlo con éxito exige planificación, cuidado por los detalles y un enfoque que combine funcionalidad con estética. Porque cuando el diseño está bien pensado, la cocina deja de ser solo una estancia más y se convierte en el lugar donde todo sucede. Un lugar donde cocinar, compartir y disfrutar se entrelazan en un mismo lenguaje.
Estaremos encantados de ayudarte a crear el espacio de tus sueños.
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